 Aunque el concepto de ‘valor’ ha sido históricamente una
constante reflexiva para la filosofía ontológica, es desde fines de siglo XIX
que a través de la así llamada ‘teoría de los valores’, como de la ‘axiología’,
el concepto de valor se ha permeado en las corrientes educativas al grado de que
se escuche hablar frecuentemente de una ‘educación en valores’. Lo que no ha
sucedido con la misma frecuencia es una exploración semiológica del concepto de
‘valor’; semiológica en el ámbito del lenguaje, de la simbología y de la
clínica.
Por otro lado, el hecho de una
‘educación en valores’ per se, ha suscitado frecuentemente que se olvide
su reflexión ontológica, en pos de un puro fomento superficial de los valores
positivos. Los riesgos de esto se encuentran en el hecho mismo de que un valor
que no ha sido aprendido a través de le experiencia y de una consecuente
apropiación orgánica, podría quedar en el nivel de lo demagógico o de lo
axiomático; sitios, por cierto, en los que suelen derrumbarse los sistemas, lo
mismo que las personas. Valga para ello reflexionar acerca de la ubicación
neurológica del desarrollo de los valores, en la sinapsis del lóbulo frontal,
que, independientemente a cualquier predisposición genética, su ausencia se debe
fundamentalmente a una educación en la que no existen los límites, las
consecuencias, ni los valores: el umbral de desarrollo de la personalidad
psicótica. Así una educación en valores está empatada a un desarrollo de la
conciencia y de la capacidad de discernimiento.
Esta conferencia, va de lo
filosófico, lo psicológico y neurológico, a lo escalofriantemente trágico de una
educación ausente de una reflexión orgánica sobre los valores. Desde los
símbolos que los ejemplifican en los antiguos mitos, hasta su situación práctica
en la criminología. Sea pues ésta, una advertencia.
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